Aquesta és la
història d'un follet i una fada que gràcies a un petit accident, van canviar la manera de veure el seu petit món.
Tot va succeir
fa molts anys al bosc de Mirití. El follet es deia Tinín i vivia en
un bolet molt a prop del riu. Cada matí es llevava ben d'hora per
fornejar el pa, cuidar els arbustos, collir les llavors i netejar la
seva humil casa. Sempre estava molt enfeinat i no tenia temps per fer
res més.
La fada Presumida vivia a l'altre costat del riu. Es passava el dia
pentinant-se els cabells daurats i mirant el seu reflex a les aigües
del riu. De tant en tant, creuava el riu per anar a buscar alguna
llavor de l'arbust del costat de la casa d'en Tinín, cosa que posava
molt furiós al follet que la renyava i la feia fora tot cridant:
-Fora d'aquí Presumida! Si cuidessis més els arbustos del teu costat del riu, en lloc de passar-te el dia pentinant-te, potser tindries fruits i no
hauries de venir a prendre'm els meus.-
La fada, molt
orgullosa, marxava sense fer-li gaire cas, ja que al dia següent
tornava a fer el mateix. Les baralles eren constants. Però un dia
tot va canviar... La fada era davant del riu mirant-se, com sempre,
quan un dels seus peus va relliscar i va caure al riu. De seguida se
li van mullar les ales i la corrent la va començar a portar corrent
avall. En veure el perill que corria va començar a cridar amb totes
les seves forces. Els crits van alertar al follet que va anar a veure
què hi podia fer. Sense pensar-s'ho va començar a córrer pel
costat del riu avançant a la fada. Després va trencar una branca
molt llarga i la va posar al riu agafant un dels extrems amb totes
les seves forces. Quan la força del riu va portar a la fada fins
allà...
-Agafa't fort Presumida!- Cridà en Tinín.
La fada es va
agafar i estirant fort, el follet, va aconseguir salvar-la de caure
per una enorme cascada que hi havia molt prop d'allà.
-Moltes
gràcies follet.-Digué la fada.-M'has salvat la vida-.
Des d'aquell
dia la fada va començar a cuidar els arbustos del seu costat del
riu, que van donar uns fruits molts dolços. Cada dia en recollia un
cistell sencer que compartia amb el seu veí. En Tinín va
començar a fer el mateix amb els seus, i així mica en mica, es van
anar fent amics i la pau i l'harmonia van tornar a aquell petit racó
del bosc Mirití.
Esta es la historia de un duende y un hada que gracias a un pequeño accidente, cambiaron la manera de ver su pequeño mundo.
Todo sucedió hace muchos años en el bosque de Mirití. El duende se llamaba Tinín y vivía en una seta muy cerca del río. Cada mañana se levantaba temprano para hornear el pan, cuidar los arbustos, cosechar las semillas y limpiar su humilde casa. Siempre estaba muy ocupado y no tenía tiempo para hacer nada más.
El hada Presumida vivía al otro lado del río. Se pasaba el día peinándose los cabellos dorados y mirando su reflejo en las aguas del río. De vez en cuando, lo cruzaba para ir a buscar alguna semilla del arbusto del lado de la casa de Tinín, lo que ponía muy furioso al duende que la reñía y la echaba gritando:
-Fuera de aquí Presumida! Si cuidaras más los arbustos de tu lado del río, en vez de pasarte el día peinándote, quizás tendrías frutos y no tendrías que venir a coger los míos.-
El hada, muy orgullosa, se iba sin hacerle mucho caso, ya que al día siguiente volvía a hacer lo mismo. Las peleas eran constantes. Pero un día todo cambió... El hada estaba frente al río mirándose, como siempre, cuando uno de sus pies resbaló y cayó al río. En seguida se le mojaron las alas y la corriente la empezó a arrastrar corriente abajo. Al ver el peligro que corría, comenzó a gritar con todas sus fuerzas. Los gritos alertaron al duende que fue a ver qué podía hacer. Sin pensarlo empezó a correr por el lado del río avanzando a la hada. Después rompió una rama muy larga y la puso en el río cogiendo uno de los extremos con todas sus fuerzas. Cuando la fuerza del río llevó a la hada hasta allí ...
-Cógete fuerte, Presumida!-Gritó Tinín.
El hada se agarró y tirando fuerte, el duende, consiguió salvarla de caer por una enorme cascada que había muy cerca de allí.
-Muchas gracias duende.- Dijo el hada. -Me has salvado la vida-.
Desde aquel día Presumida empezó a cuidar los arbustos de su lado del río, que dieron unos frutos muy dulces. Cada día recogía un cesto entero que compartía con su vecino. Tinín empezó a hacer lo mismo con los suyos, y así poco a poco, se fueron haciendo amigos y la paz y la armonía volvieron a aquel pequeño rincón de bosque Mirití.
Hola Lurd, muy bonito el cuento de Tinin y el hada, y también aprendemos que no todo en la vida consiste en la belleza y que gracias a actos como este se puede ganar mucho mas, me ha gustado mucho, olle lo que me gusta mucho también son los dibujos, los haces tu todos también?, si es así te felicito ya que están muy muy bien, gracias por deleitarnos con tus bonitos cuentos Lurd.
ResponEliminaUn besote!!
Muchas gracias Piruja! Si los dibujos los hago yo, estoy empezando o sea que me alegra mucho que te gusten.
ResponEliminaBesos:)
Hay que aprender de las cualidades de los demás, la vanidad en exceso no es buena, en especial la corporal, porque no es productiva. Me ha encantado tu sencillo, inocente pero aleccionador cuento. Enhorabuena Lurdscontes!!!
ResponEliminaTony
Muchas gracias Garcibáñez, comentarios como el tuyo me alegran el día.
ResponEliminaUn abrazo:)