ELS
INDIS QUE NO EREN INDIS
Des del
cel es veien unes rodones a terra que no encertava a saber què eren.
Tot seguia igual de glaçat i blanc. Feia molt de fred però m'hi
vaig acostar... Eren uns iglús (segons em van explicar més tard).
Tot estava en silenci i vaig decidir entrar en un d'ells. No s'hi
estava gens malament la temperatura era molt bona allà dins. Portava
dies passant fred i allò era molt confortable, així que ajaguda a
sobre d'unes pells, em vaig adormir.
Més
tard un gran xivarri em va despertar. Quan vaig sortir vaig veure un
grup considerable de gent amb unes plomes al cap corrent amunt i
avall.
-Hola!-
vaig cridar. Però feien tant d'escàndol que no es van adonar de la
meva presència.
-Hola
sóc la Kidi!- vaig tornar a dir acostant-m'hi.
Aquest
cop un dels més petits em va veure i una mica espantat va córrer a
amagar-se darrera d'un dels grans que em va venir a trobar.
-Benvinguda
al poblat dels indis- em digué.
-Molt
bon dia, sóc la Kidi... Indis dieu?- no n'havia vist mai cap però
segons m'havien explicat, les tribus d'indis no vivien enmig del
glaç.
-Si, és
un joc que juguem sempre en aquesta època de l'any. Ens posem unes
plomes al cap i amb les mans agafem pintura de colors diferents.Que
vols jugar?-
Com
molt bé sabeu vaig acceptar sense problemes, em van posar una cinta
amb un parell de plomes al cap i vam començar a jugar.
Ens vam
dispersar pel voltant dels iglús i saltant i ballant, cantaven:
Som
els indis de la Sibèria
pintem
cares i esquenes,
corre,
salta, fuig d'aquí
o et
pinto sense fi.
Un dels
indis deia una part del cos i tots havien de córrer a pintar-la al
company que tenien més aprop. En un moment vam quedar tots ben
acolorits, fins i tot el glaç va perdre la seva blancor.
Després
em van explicar que tot allò ho feien per celebrar el Carnestoltes.
Amb el fred no podien disfressar-se de masses coses i havien decidit
posar-se unes plomes com les dels indis i sentir-se com a tals per un
dia. Per aquest motiu feien danses i es pintaven la cara tot jugant.
Finalitzat
el joc, em van convidar en un dels seus iglús a menjar una sopa de
peix, per entrar en calor.
Quan em
vaig acomiadar a l'endemà, no hi havia ni rastre d'aquells indis que
em van rebre, s'havien convertit tots en uns amables esquimals.
Fins la
pròxima aventura.
Il·lustració. Cristina de Arcos |
Este mes Kidi de la revista Kids nos trae frío y jaleo:
LOS
INDIOS QUE NO ERAN INDIOS
Desde el cielo se veían unas redondas en el suelo que no acertaba a saber qué eran. Todo seguía igual de helado y blanco. Hacía mucho frío pero me acerqué... Eran unos iglúes (según me contaron más tarde). Todo estaba en silencio y decidí entrar en uno de ellos. No se estaba nada mal la temperatura era muy buena ahí dentro. Llevaba días pasando frío y aquello era muy confortable, así que tumbada encima de unas pieles, me dormí.
Más tarde un gran alboroto me despertó. Cuando salí vi un grupo considerable de gente con unas plumas en la cabeza corriendo arriba y abajo.
-¡Hola!- Grité. Pero hacían tanto escándalo que no se dieron cuenta de mi presencia.
-¡Hola soy Kidi!- Dije otra vez acercándome.
Esta vez uno de los más pequeños me vio y algo asustado corrió a esconderse detrás de uno de los mayores que me vino hacia mí.
-Bienvenida al poblado de los indios- me dijo.
-Muy buenos días, soy Kidi ... ¿Indios decís? - No había visto nunca ninguno pero según me habían explicado, las tribus de indios no vivían en medio del hielo.
-Sí, es un juego que jugamos siempre en esta época del año. Nos ponemos unas plumas en la cabeza y con las manos cogemos pinturas de colores diferentes.¿Quieres jugar? -
Desde el cielo se veían unas redondas en el suelo que no acertaba a saber qué eran. Todo seguía igual de helado y blanco. Hacía mucho frío pero me acerqué... Eran unos iglúes (según me contaron más tarde). Todo estaba en silencio y decidí entrar en uno de ellos. No se estaba nada mal la temperatura era muy buena ahí dentro. Llevaba días pasando frío y aquello era muy confortable, así que tumbada encima de unas pieles, me dormí.
Más tarde un gran alboroto me despertó. Cuando salí vi un grupo considerable de gente con unas plumas en la cabeza corriendo arriba y abajo.
-¡Hola!- Grité. Pero hacían tanto escándalo que no se dieron cuenta de mi presencia.
-¡Hola soy Kidi!- Dije otra vez acercándome.
Esta vez uno de los más pequeños me vio y algo asustado corrió a esconderse detrás de uno de los mayores que me vino hacia mí.
-Bienvenida al poblado de los indios- me dijo.
-Muy buenos días, soy Kidi ... ¿Indios decís? - No había visto nunca ninguno pero según me habían explicado, las tribus de indios no vivían en medio del hielo.
-Sí, es un juego que jugamos siempre en esta época del año. Nos ponemos unas plumas en la cabeza y con las manos cogemos pinturas de colores diferentes.¿Quieres jugar? -
Como muy bien sabéis acepté sin problemas, me pusieron
una cinta con un par de plumas en la cabeza y empezamos a jugar.
Nos dispersaron por los alrededores de los iglúes y saltando y bailando, cantaban:
Nos dispersaron por los alrededores de los iglúes y saltando y bailando, cantaban:
Somos
los indios de la Siberia
pintamos caras y espaldas,
corre, salta, huye de aquí
o te pintaré sin fin.
Uno de los indios decía una parte del cuerpo y todos tenían que correr a pintarla al compañero que tenían más cerca. En un momento quedamos todos bien coloreados, incluso el hielo perdió su blancura.
Después me explicaron que todo aquello lo hacían para celebrar el Carnaval. Con el frío no podían disfrazarse de demasiadas cosas y habían decidido ponerse unas plumas como las de los indios y sentirse como tales por un día. Por este motivo hacían danzas y se pintaban la cara jugando.
Finalizado el juego, me invitaron a uno de sus iglúes a comer una sopa de pescado, para entrar en calor.
Cuando me despedí al día siguiente, no había ni rastro de aquellos indios que me recibieron, se habían convertido todos en unos amables esquimales.
Hasta la próxima aventura.
pintamos caras y espaldas,
corre, salta, huye de aquí
o te pintaré sin fin.
Uno de los indios decía una parte del cuerpo y todos tenían que correr a pintarla al compañero que tenían más cerca. En un momento quedamos todos bien coloreados, incluso el hielo perdió su blancura.
Después me explicaron que todo aquello lo hacían para celebrar el Carnaval. Con el frío no podían disfrazarse de demasiadas cosas y habían decidido ponerse unas plumas como las de los indios y sentirse como tales por un día. Por este motivo hacían danzas y se pintaban la cara jugando.
Finalizado el juego, me invitaron a uno de sus iglúes a comer una sopa de pescado, para entrar en calor.
Cuando me despedí al día siguiente, no había ni rastro de aquellos indios que me recibieron, se habían convertido todos en unos amables esquimales.
Hasta la próxima aventura.